MÉXICO - Allá donde las montañas parecen tocar las nubes, en Los Altos de Chiapas, la fe para no contagiarse de COVID -19, no está en las vacunas, sino en sus creencias.
"No lo aceptamos porque nosotros sabemos también que tenemos un medicamento, ¿cuál? Pues tenemos a Dios", dice el campesino Pedro Santiz, quien rehúsa vacunarse, lo mismo que cientos de habitantes de la región.
Santiz ya ha anticipado que no permitirá vacunas e incluso ni siquiera cree que el virus exista.
"Porque esa enfermedad lo que se dice eso no es verdad, sino que es una mentira", dice Santiz.
Regidos bajo sus usos y costumbres, indica Ricardo Bautista, coordinador del Ayuntamiento de Aldama, los indígenas de por lo menos 90 comunidades de 25 municipios les han expresado por escrito a sus autoridades su rechazo a la inoculación.
"Un 95-98% no vayan a aceptar, porque en la misma creencia de que en la misma vacuna puede estar el virus", dice Bautista.
La postura de los pobladores ya ha escalado a nivel federal y hay una respuesta.
Las autoridades sanitarias han indicado que el objetivo es que todos los habitantes de este país estén inmunizados, pero cada quien podrá decidir libremente si se aplica o no la vacuna.
María Etzin tiene más de 70 años y conoce los peligros de infectarse, por eso es una de las pocas personas en Chiapas que sí aceptara la inyección.
"Aunque tarde, pero quiero vacunarme. Sí hay necesidad y pues sí me quiero vacunar", dice.
El resto de su familia, amigos y vecinos decidieron correr el riesgo y refugiarse bajo la protección divina.